Thursday, May 25, 2006

Hagamos un trato

Lamerte. Negociar contigo no es fácil. Y en verdad que me muero por hacer un anuncio de todo terreno por tu piel, subir, bajar, sentir la tracción a las cuatro ruedas, frenar en seco sobre tus pezones y que ahí caiga un temporal, que llueva, que truene, que diluvie que yo me quedaré anclado a ellos, con la boca, con las manos. Morderte. Negociar contigo no es sencillo. Y en verdad me muero por ver tus maletas sobre mi cama y las sandalias en tus pies y el añil de tus uñas y el tatuaje y el tono porcelana de tu piel y el mapa del terreno neutral que guardas en el bolso y la timidez y la picardía y la nuca. La nuca que quiero morderte. Comerte. Negociar contigo no es fácil. Y en verdad que quiero que por una vez por todas esta esta esta, coño, ésta por fin, dejes esa mesa y esa silla y ese teclado y esa sala y ese edificio y esa ciudad y cojas y corras y conduzcas y llegues aquí y te me tires a los brazos y me aflojes la corbata y me arranques la camisa y me muerdas los pezones y me beses el ombligo y las ingles y el pene y los muslos y los tobillos y te dejes acariciar el pelo y te dejes mirar a los ojos y te dejes morder y te dejes saborear y te dejes hacer el amor. De una vez por todas ésta ésta ésta, coño, ésta.

Responsable de personal

Ya sé que no necesitas poner una administrativa en tu vida. Yo tampoco. Ni hablar valenciano ni conducir a toda hostia por la carretera, como dice la canción. Ni calzar botas. Ni cambiar de pareja. Ni plantar un árbol. Yo tampoco. Ya sé que no necesitas viajas al albergue juvenil de Cercedilla del Campo. No sé si ubicarlo en el mapa. Tampoco necesitas masturbarte. Un buen polvo quizás. Y no tienes ni idea de si necesitas huirte escaparte quedarte aguantarte resistirte mantenerte cesarte rendirte ahogarte. Y mientras el tiempo pasa y el suelo urbanizable se revaloriza y el ipc se incrementa y la población española crece a base de cayucos, tu prefieres esperarte calmarte darte un paseo sentarte a ver las horas pasar, delante del ordenador. Que tampoco tiene la respuesta. Pero al menos ayuda.

Un buen polvo quizás.

Thursday, May 18, 2006

Seis a uno

Eres efímera. No lo niegues. Jugadora federada de paddel. Sufridora efímera de daño psicológico. Contrincante que apenas sube a la red. Que se queda esperando atrás todos los golpes. Contrincante que devuelve reveses. Que espera que pase el temporal, que actúa como si nada ocurriera. Jugadora federada de paddel. Eres efímera. Y niegas con la cabeza cuando la bola no pasa, cuando parece que no hay escapatoria. Juego. Set. Y partido. Y sin aplausos y a la cama sin cenar. Sin colchón de latex sin jardín sin polvo lento y tántrico. Esperas sentada en tu silla, bebes agua con gas, inviertes en acciones de la banca nacional de paris. Y confías en adecco. Tiene cojones la cosa. Y el juez de silla amenaza con cortarte las manos. Y quitarte la patria potestad. La patria. Y tú eres efímera aparte de jugadora federada de paddel. Y desde las distancias intento ver las cosas con claridad pero la erección me lo impide. Pido una servilleta al camarero para limpiarme los restos de saliva. La langosta de muerte. Y el lugar encantador. Si. Todo perfecto.

Wednesday, May 03, 2006

Sana sana, culito de rana

Este pueblo está lleno de viejas. Con gorra de publicidad y camisas escotadas con motivos florales. Con dentadura postiza y recuerdos de postguerra, con cartillas de racionamiento, de televisión en blanco y negro, con recuerdos de bragas hasta los tobillos, de desconocimiento del deuvedé de las redes pirtupir del acceso güifi de la obra de Bret Aston Ellis del cambio automático del euro del java del manejo del último modelo de nokia. Viejas que entran y salen y piensan en el baile de por la noche, en maquillarse sin que Parkinson o Alzheimer les gasten una broma pesada, en poder cargar las bolsas de la moderna tienda de ultramarinos. Viejas que sabe que ningún doctor va a venir a salvarlas, ni el Doctor Amor, ni Vilches, ni House, ni George Clooney. Ni Valentino Rossi regateando los arcenes, ni Emilio Aragón. Viejas que intentar regatear el paso del tiempo, que ignoran que ni bata ni enfermeras ni aspirinas ni inyecciones ni medicación ni barbitúricos ni camillas ni tiritas ni sedantes ni anestesia van a evitar que éstas sean sus últimas vacaciones en el infierno.

Invierno, quería decir.