Wednesday, May 03, 2006

Sana sana, culito de rana

Este pueblo está lleno de viejas. Con gorra de publicidad y camisas escotadas con motivos florales. Con dentadura postiza y recuerdos de postguerra, con cartillas de racionamiento, de televisión en blanco y negro, con recuerdos de bragas hasta los tobillos, de desconocimiento del deuvedé de las redes pirtupir del acceso güifi de la obra de Bret Aston Ellis del cambio automático del euro del java del manejo del último modelo de nokia. Viejas que entran y salen y piensan en el baile de por la noche, en maquillarse sin que Parkinson o Alzheimer les gasten una broma pesada, en poder cargar las bolsas de la moderna tienda de ultramarinos. Viejas que sabe que ningún doctor va a venir a salvarlas, ni el Doctor Amor, ni Vilches, ni House, ni George Clooney. Ni Valentino Rossi regateando los arcenes, ni Emilio Aragón. Viejas que intentar regatear el paso del tiempo, que ignoran que ni bata ni enfermeras ni aspirinas ni inyecciones ni medicación ni barbitúricos ni camillas ni tiritas ni sedantes ni anestesia van a evitar que éstas sean sus últimas vacaciones en el infierno.

Invierno, quería decir.