Give me todo lo que tengas (con el debido respeto)
Tengo el corazón de empate. De cerveza de concierto, echada con prisas. Lleno de gases, a punto de vomitar. A las seis de la mañana, cuando vuelves a casa por las calles que te sabes de memoria y serías capaz de recorrer con los ojos cerrados, tarareas con arcadas en el paladar. Quisiera ser otro, probar el amor plastificado que cantan Sidonie, haber follado toda la noche, cambiar alcohol por condones, posturas, saliva ajena, y en cambio aquí me tienes, con una resaca de mil demonios. Y tu nombre en la garganta. Noctuno. Caña. Coño. Cigarro. Jarra. Barra. Faringitis. Mariposa. Altiva. Sabina. Zapato. Nota. Grito. Botellín. Quinto. Farola. Acera. Puente. Argentina. Boca. Cadena. Polvo. Servicio. Gas. Con todas y cada una de las palabras en las que como un fotograma perdido en una película muda, tú apareces, única y exclusivamente, por joder. Tú con una cereza -si, cereza- en la mano, tú aleteando en un cielo de nubes negras, tú sentada en el asiento del acompañante de un seat panda, tu apoyada en el marco de la puerta, esperando.
Vueltas. Y más vueltas.
Y en ese fotograma todos te hemos visto. Pero no sabríamos explicar qué.
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