Tuesday, May 17, 2005

Tiempo muerto

Señores. Señoras. Ni playas ni leches, ni bikinis ni cremas ni lametones de incierto placer.
Estoy espeso. Muy espeso.

Y eso no hay Rita que lo remedie. Ni la urgencia. Ni las prisas. Ni la presión mediática o iniciática, ni la aciática que sufre mi corazón latente. Ni los ripios ni las rimas fáciles ni los retrúecanos ágiles.

A ver dónde busco yo una solución a este embrollo.

Tuesday, May 10, 2005

Puag

Cinética. Mimética. Inercia. Corriente. Agua. Dejarse hacer. Bufón en que se convierte uno de lunes a viernes, camisas, corbatas, americanas de Valencia. No quiero ver, no quiero hacer, no quiero oler, no quiero. Quiero solo ver pasar los coches frente a mí, en miércoles inútil, sin dos meses, sin pausa, sin obligaciones. Sin distancias.
Evoluciona la teoría de Darwin y yo me quedo atrás ciego completamente ciego en todos los sentidos. Sentido el sexo y el sexto de los vecinos. Las cacofonias. Los ripios aleatorios sin premonición ni alevosía. Y yo con las cuerdas vocales intactas ahí, sin muestra alguna de la feria de mi tiempo.
Dejándome hacer, como una prostituta en paro que coge el primer cliente que se cruza por la calle.
En silencio, resignado, y sin flores alrededor.

Monday, May 09, 2005

En el aire

El sueño de todo hombre. Abrir la puerta. Una mujer. Una camiseta negra. Y que hable en inglés, la contraseña. Y que se levante la camiseta, y no haya sujetador, sólo dos pechos, y una cámara de vídeo, y dos pezones oscuros como chiles, tintineantes, funambulistas, altivos, dadivosos, adjetivados hasta la saciedad. Una chica con sus pies moviéndose dentro, a la única habitación que contiene una cama.
El sueño de todo hombre llegar a casa y oler a humo de hoguera, a vino tinto en una mesa con mantel de tela blanca, vajilla de porcelana y ella o tú en su defecto esperando en el borde del sofá.
El sueño de todo hombre la fiesta en casa del hombre elefante que ha tenido un par de bebés y te ofrece un habano para celebrar. Lo. Y un superhéroe. Y la heroína. Y la pistola en la cabeza y un ecuatoriano sin educación pidiendo. Te. Que le enseñes la pasta.
El sueño de todo hombre marcar un gol por la escuadra desde el mediocampo tras regatear al chulo del barrio que ahora trabaja de mecánico -mientras tú eres director de operaciones en una multinacional que se ha instalado en tu ciudad- que ha dejado embarazada a la chica con la que tú habías salido años.
El sueño de todo hombre dormir acompañado y tener un batín a los pies y un gato ronronoando.
El sueño de todo hombre anda suspendido.