Monday, May 09, 2005

En el aire

El sueño de todo hombre. Abrir la puerta. Una mujer. Una camiseta negra. Y que hable en inglés, la contraseña. Y que se levante la camiseta, y no haya sujetador, sólo dos pechos, y una cámara de vídeo, y dos pezones oscuros como chiles, tintineantes, funambulistas, altivos, dadivosos, adjetivados hasta la saciedad. Una chica con sus pies moviéndose dentro, a la única habitación que contiene una cama.
El sueño de todo hombre llegar a casa y oler a humo de hoguera, a vino tinto en una mesa con mantel de tela blanca, vajilla de porcelana y ella o tú en su defecto esperando en el borde del sofá.
El sueño de todo hombre la fiesta en casa del hombre elefante que ha tenido un par de bebés y te ofrece un habano para celebrar. Lo. Y un superhéroe. Y la heroína. Y la pistola en la cabeza y un ecuatoriano sin educación pidiendo. Te. Que le enseñes la pasta.
El sueño de todo hombre marcar un gol por la escuadra desde el mediocampo tras regatear al chulo del barrio que ahora trabaja de mecánico -mientras tú eres director de operaciones en una multinacional que se ha instalado en tu ciudad- que ha dejado embarazada a la chica con la que tú habías salido años.
El sueño de todo hombre dormir acompañado y tener un batín a los pies y un gato ronronoando.
El sueño de todo hombre anda suspendido.