Thursday, February 24, 2005

La secretaria de Dios

La secretaria de Dios no tiene ni idea de cómo hacer para que su historia funcione. Es una chica silenciosa, con falda larga, camisa blanca, zapatos y medias negras. De película de años sesenta, sin mucho afán, sin muchos intereses. Pero es que ella querría escribir un diario, y cartas de amor, como Jaume Sisa, aunque siguiendo una mecánica un poco más inteligente.
Ella no mantiene relaciones sexuales, no surge la oportunidad, no se revuelca en la cama como una gata en celo. En cuanto tomando un café con algún chico de los que le presenta Remedios les dice su profesión, pierde todo el atractivo que por su botón desabrochado podía pertenecerle. Soy la secretaria de Dios. Y ellos eso lo relaciona con castidad, casticismo, catolicismo, laicismo, misa, hostias, pan de molde, calvario, sacerdotes, opusdei, papa, virginidad, matrimonio. Cuando en verdad ella pasa de su jefe, no le hace todo el caso que éste se mereciera, o que más bien debiera merecerse. La secretaria de Dios querría pasarse a la competencia, y ser Penélope Cruz en vez de Victoria Abril.
Aunque Victoria Abril también tiene su aquel, femme fatal también es, seguro que la chupa de muerte.

La secretaria de Dios busca trabajo en el infojobs, pero se mofan de su experiencia.

Friday, February 18, 2005

Esa canción con notas para piano

Pasear al perro se llame como se llame sea de la clase que sea. Ver Gattaca. Preparar el pollo con curry en cacerolas desvencijadas con color a quemadura. Ver Dogma. Andar por el parque viendo a los críos de quince años preparando milimétricos los botellones. Ver Olvídate de mí. Recoger la ropa tendida al sol las camisas los pantalones las bragas los calzoncillos con pinzas en la cuerda de un lado al otro de la azotea. Ver Cypher. Ducharnos apuntándonos con la alcachofa enjabonándonos con suma fruicción y sumo placer encharcando el suelo colándose por las baldosas molestando al vecino riendo. Ver En la ciudad. Trepar por entre las piezas del puzzle para encontrar grises blancos negros y un final en una pared crucificado. Ver La gata sobre el tejado de zinc. Tumbarnos en la cama a ver pasar las horas con el sol apuntándonos primero a los pies luego a la cintura a la cara a la pared al techo esperando que venga la luna a apuntarnos primero a los pies luego a la cintura a la cara a la pared. Ver Mogambo. Esperar al día siguiente sin mucha prisa con intensidad evitando al autobusero que aguarda que guardemos las maletas en el maletero y nos sentemos en el asiento del fondo. Ver Olvídate de París. Hacer el amor. Ver Persiguiendo a Amy. Mostrarnos escribirnos dedicarnos montarnos mordernos besarnos lamernos estrujarnos arañarnos acariciarnos. Ver Noviembre dulce. Pedir hora masticar chicle disfrutar de fuegos artificiales beber zumo.

Parte de lo que me debes.

Monday, February 07, 2005

Competencia desleal

Tokio se suele levantar más pronto que sus ciudadanos. Así va adelantando tareas, para no retrasarse cuando la ciudad está al cien por cien de sus posibilidades. Enciende las farolas, arranca los motores de los coches, pone en funcionamiento el metro los autobuses los trenes el tranvía los taxis. Limpia las calles de charcos de basura de heces de perro de vagabundos de cajas de cartón húmedas por la lluvia. Pone en hora los relojes y activa minuciosamente los despertadores para que cada cual se levante, de manera escalonada, a su hora. De igual modo escoge al libre albedrío unos cuantos edificios a los que cortar la luz durante unas horas para que así sus habitantes no puedan despertarse cuando corresponde no puedan desayunar ni calentar la leche no puedan ducharse no puedan secarse el pelo no puedan recargar el móvil no puedan revisar el correo electrónico no puedan llamar al portero para decirle que el suministro de servicio eléctrico ha sido cruelmente cercenado. Tokio duerme poco, y estresado.

Manchester es mucho más tranquilo. Y tiene mejor música.
Bilbao es más gris. Y más alegre.
Kuala Lumpur es más atractivo. Pero tiene más enfermedades y menos esperanza de vida.
Nueva York se cae a pedazos. Barcelona se hunde por semanas.

Thursday, February 03, 2005

Taylor y las divas

Que soy un as no lo dudo. Que soy un tipo con suerte, tampoco. Que tú tienes las orejas demasiado grandes, la cadera de una diva del soul y los pezones como almendras, tampoco lo pongo en el cajón de la incertidumbre, sería tontería. Que cuando te quedas a dormir en mi piso y por las mañanas ronroneas y te frotas los ojos protestando por mis ruidos en el baño te ataría al cabecero de la cama para poder sodomizarte tranquilo antes de irme a trabajar, es la verdad más absoluta después de la teoría del caos.
Irme a trabajar. Aquí, entre todos estos papeles. Las nóminas sin firmar. Y mira qué día es. Y sin pasear al perro. Y sin comprar condones. Y mañana nochevieja, y cenamos con tus padres.
Soy un as. La tengo grande.

¿Qué suerte, no?

No. Seguro que no.