Thursday, November 19, 2009

Bodegón de domingo por la mañana justo después de tomar el primer analgésico

La mentira es realmente el opio del pueblo. Las tabletas de chocolate. La cuota mensual del gimnasio. El maquillaje. Los preservativos con sabor a manzana. El éxito del retoque fotográfico del photoshop. Los borrachos y los niños nunca mienten. Falso. La borrachera es el momento más lúcido de la mentira. Hay hasta fuegos artificiales. Y música de fondo. Por supuesto. La resaca y las llamadas de teléfono y el dolor intenso de cabeza como si estuviesen clavándote lapiceros en el recto anal. Incómodo. Los deja vu y los breves e intensos flashes, como haces de luz camino del infierno, que desempañan la nebulosa. Dije ésto y dije aquello.

Estribillos y cintas de vídeo. Y grabaciones de mala calidad tras puertas blindadas junto a códigos frente a pegatinas y recomendaciones sobre las medidas a tomar, en caso de contagio, de la gripe A. Preposiciones. Y adverbios y advertencias.

Y.