Thursday, June 23, 2005

Hachís

El labio que se columpia cadencioso una tarde de sábado, en esa hora exacta en que el tiempo comienza a refrescar y las abuelas con sus mandiles y sus moños canosos asidos con nudos y orquillas -respectivamente- salen a la calle con sus sillas de campo. Las manos con las uñas finalizando, allá al fondo. Los pezones y la curva de la barriga y el ombligo coronando. La falta de letras la ausencia de ideas la mandíbula el corazón los susurros que van quedando por el camino como miguitas de pan que al final hay que retomar, cuando ya han llegado las palomas y otros pájaros de caracter herbívoro. Las frases con fecha de caducidad. Las canciones escogidas, las epístolas cartas misivas postales.
El don de gemir en los momentos cumbres, a la altura del techo ambos, lejos de la cama, un metro más abajo.
Las perlas y los collares.
El silencio.

Tú.
Yo.
Y el balón esférico del espacio vacío que sabemos llenar como nadie.