Friday, April 16, 2010

Tras el invierno

Contigo me llegó la primavera. Cambiaron todos los husos horarios y los polos magnéticos cambiaron de sitio. La isla volvió a su ubicación original y los pasajeros del Oceanic 815 llegaron plácidamente a L.A. Manel vino a mi casa a tocar en acústico y luego la noche fue un largo elenco de piruetas gintonics palmadas en la espalda flashes polos de limón charcos barrabasadas cerveza bier cocacola aigua fotografías tomadas con el móvil que salen difusas y publicas al día siguiente en tu cuenta de tumblr o en alguna red social etiquetando a cada uno de los participantes.

Contigo me llegó la primavera. Y avanzaron los días e investigamos y ejercimos de notarios recogiendo firmas con precisión quirúrgica y redactando documentos descubrimos elementos esenciales y partes recónditas, y cubrimos nuestros cuerpos y se entremezcló nuestro sudor y su sabor salobre y tu espalda y mi lengua y tus manos y mis pies y tu cadera y mis dientes y tu risa y mi aliento y tu pelo y mis dedos y tu ombligo y mi pene y tus ingles fueron, eventualmente, un único elemento, dona estrangera.

Y la moraleja es sencilla como el jeroglífico de la sección de pasatiempos de un periódico gratuito. Ya nos preocuparemos del otoño cuando las hojas comiencen a caer y la meteorología deje de sernos favorable.

Thursday, April 01, 2010

El último disco de La habitación roja

Busco en live maps, en páginas amarillas, en google, en ask, en todos los buscadores habidos y por haber rastro de tus ojos y rastro de tu mirada justo en el momento en que te tapaba con el edredón, y nada. Lo más que he llegado a localizar es un primer plano del portal; ahora me lo sé de memoria y podría dibujarlo en cualquier pared, pero sin convertirlo en puerta, como en los dibujos animados. Ahora apenas tengo un nebuloso recuerdo y los flashes se amontonan. Tú gimiendo. Yo gimiendo. Nosotros gimiendo. Primera persona del singular. Segunda persona del singular. Primera persona del plural. The naked economy. Te estoy idealizando elevándote a los altares. Perdiéndome el respeto y olvidándome de las formas. Pero en cambio me gusta imaginarme vagando mientras escucho a The frames o a Caetano Veloso o a la mismísima Ana Belén -jodámonos, no había otros-, y cómo llueve allá del cristal y cómo se hace de día y ambos seguimos despiertos, enredándonos. Me siento joven, adolescente, distinto, haciendo cosas por vez primera.

Portugal está a tomar por culo de lejos. Hago las mejores pancakes del mundo mundial. Y yo huyo. The drums silban y salgo a quemarte, a sudarte, a exorcizarme, pero no lo consigo.

Y me limito a inventarte.