Thursday, June 01, 2006

Apocalipsis ahora

Jugar a ser dios es complicado. Sobre todo cuando se tiene los ojos cerrados. Cuando no se ven las instrucciones que aperecen en el manual del buen usuario. Del joven castor. I am muzzy. Y el tren pasa y la soledad tararea una canción al pie del arcen. Y un coro de gospel le secunda. Gordas y negras. Y comienza a llover y la cámara se va alejando de la estación. Y tú también te alejas -en sentido contrario- y yo golpeo una piedra que termina diez metros más allá.

Jugar a ser dios es complicado. Y no todos tenemos los estudios universitarios necesarios. Y mucho menos las intenciones. Tampoco las ganas. Demasiadas frases. Te repites mucho. Y nunca llegarás a director general, incluso nunca llegarás a consejero delegado. Nunca tendrás accidentes de helicóptero. Nunca saldrá tu nombre en la prensa rosa. Ni en la salmón. Una foto. Un texto. Una entradilla para ser la envidia de todos aquellos que de joven te cosieron a gorrazos, a insultos. Para más mofa, befa y escarnio. Sin perdón. A lo Clint Eastwood. O Staford.

Jugar a ser dios es complicado. Incluso a oscuras en la habitación de un hotel con un desconocido en tu cama. Relatos eróticos. Sodomía. Masturbación. Impaciencia. Y es complicado incluso razonar con la frente entre tus tetas.

Muy complicado.