Monday, January 17, 2005

Una de bravas, cuando pueda

Dios es un tipo raro, que mece a sus subditos en su axila, no sé si peluda, con el afán con que una afrocubana sin papeles lo hace con el bebé extremadamente europeo hijo de los padres, licenciados ambos, que le pagan una nómina en negro todos los días. Dios nos quiere, dios nos ama, dios nos trata como un gran benefactor, como un padre grácil preocupado porque no nos caigamos, porque no comamos pastillas, porque los billetes de veinte euros sólo les utilicemos para pagar en cines nuestra entrada y la de nuestra pareja, porque vayamos por la acera al andar, porque no seamos fulleros y mentirosos, porque no jackeemos las cuentas de correo de los jefes de nuestras empresas, esas que nos ingresan todos los meses una nómina en blanco, no en negro.
Dios juega a los dados los viernes en el casino de Madrid. Y mira que se pilla unas melopeas de cuidado. Da pena verle trastabillándose, camino de la puerta, a la que le invitan educadamente a acercarse, pisándose esa especie de sotana blanca o chilaba que viste, con ribetes en dorado, bramando en arameo por su mala suerte.
Que mira que pongo yo en duda eso de que dios tenga mala suerte, eh.

O al menos la misma que tenemos el resto, claro.