Saturday, October 23, 2004

Idiomas

Tú sabes latín. Que yo lo sé. Que me lo han dicho. Por eso no te entiendo cuando hablas, cuando empleas retórica, retruécanos, recovecos de las palabras, metáforas, sinéqdoques, mentiras, leves mentiras, para decir, muy por encima, qué es lo que sientes. Declinaciones, ¿participios? Que no lo sientes, que no estás preparada –como si esto fuera una carrera, unos estudios superiores. Yo procuro seguirte el ritmo, pero tras el primer rosa rosae me pierdo. Me abstengo, y mi cabeza se marcha de paseo por jardines que ni tú ni yo conocemos. Y todo me parece extraño, nuevo, distinto. Mis ojos te miran pero en tus ojos veo campos distintos, flores, fuentes, hojas secas, viento y ramas muertas. Por eso cuando me despiertas del sueño tardo en responder. El tiempo justo para recoger rápido los bártulos y volver al mundo en que tú vives.
El mundo en que tú vives y mi deneí me demuestra que es en el que yo también vivo –habitualmente. Menudo problema. Porque a mi me estorba. Yo quisiera volar, ¿sabes? Y no tener dolores de tripa, ni náuseas, ni síndromes postvacaciones, ni hostias. Yo quisiera estar en otro sitio.
Así que la próxima vez, procura no hacer ruido al levantarte para ir a trabajar. Por favor.